12.12.09

Porteño el Filete

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Característica de la obra del pintor francés Henri Rousseau (1844-1910) es la idea de ingenuidad. Pero eso no quiere decir en lo absoluto que Rousseau haya sido un ingenuo, sino que el tipo de pintura de desarrolló fue una pintura con una frescura y candidez que era desconocida por todos aquellos pintores que se habían formado en las academias de arte. Entre estos últimos cabe mencionar a Pablo Picasso, quien no dudó en introducir la espontaneidad del arte de Rousseau en el ámbito artístico de principios del siglo XX. Tal espontaneidad puede verse por ejemplo en el Autorretrato de Rousseau de 1890 (Galería Nacional, Praga).

Siguiendo la línea de Paul Gauguin, Picasso siempre se interesó por lo auténtico. Valoraba la expresividad del así-llamado arte primitivo, al que hoy no estaría fuera de lugar llamarlo arte no contaminado. En efecto, a principios del siglo XX las máscaras africanas se encontraban aún en su estado natural, exentas de las influencias europeas. Era ese estado el que le interesaba a Picasso, quien detectaba que la pintura de Rousseau era ingenua en el mejor sentido de la palabra: era el de Rousseau un arte puro. Dicho en otras palabras, libre de la tiranía de la Acedemia de Bellas Artes, libre de sus interminables reproches, libre de sus convencionalismos.

Libre.

Y es precisamente en este sentido que los trabajos de Carlos Santos son libres.

Con obra en Suiza, premiado por la ciudad de Toulouse (Francia) y habiendo dictado cursos para la Bemidji State University de Minnesota (Estados Unidos), Carlos Santos expone acualmente su obra en la Ciudad de Buenos Aires.

Santos se dedica al fileteado, un arte popular inicialmente ejecutado por inmigrantes europeos para decorar los carros que transportaban sustancias alimenticias y otras mercaderías por toda la ciudad de Buenos Aires.

Claro que a diferencia de las máscaras africanas o la imaginería de Rousseau, el filete porteño resulta innegablemente del encuentro de lo autóctono con aquellas “especias” que le aportaron los inmigrantes. Es el filete criollo por lo tanto un asunto que combina ingredientes de origen variopinto y que se halla no exento de cierto eclecticismo y picardía.

La obra de Carlos Santos presenta varios de los elementos típicos del filete criollo. Ante todo Santos recurre al ornato y sus volteretas. Emplea además hojas de acanto estilizadas. Cultiva con esmero el firulete. Incorpora cornucopias. Y se deleita pintando flores, pajaritos, dragones, cintas patrias, perlas, botones y lágrimas.

La composición simétrica es una constante en su caso.

Algunas veces los colores son vivos e intensos. Otras, tienden a apagarse en una especie de atardecer de los matices.

No hay filete porteño sin tango. Y la imaginería de Santos no carece de parejas que lo bailen.



La nostalgia a veces se asoma a la pintura de Santos, con su evocación del partido de fútbol en el potrero o la barca de pescador en el paisaje costero.



Pero Santos no se queda sólo en asuntos bonaerenses. Cuando hace falta pinta también los glaciares patagónicos o la selva mesopotámica.





A diferencia de lo que ocurre con la obra de la mayoría de los fileteadores, barcos son abundantes en las pinturas de Santos. Aparentemente no es el ruido de la ciudad ni la inmensidad del campo su tema inspirador, sino la exploración desde el navío. Y si Santos pinta barcos eso es porque a través de ellos le es posible soñar, incluso estando despierto.



Son los de Santos el barco del descubridor, el del inmigrante y el del trabajador.

La pintura de Carlos Santos es heredera de la estética libre de Henri Rousseau y su quehacer lo introduce como el Quinquela Martín del Filete Porteño.

Mariano Akerman



Las pinturas de Santos son reproducidas en la presente nota con el previo acuerdo del fileteador. Sitio personal de Carlos Santos.

3 comments:

akermariano said...

La sencillez y generosidad de Varlos Santos me conmovieron. Y es por eso que he dedicado un apunte acerca de su quehacer. Pienso que lo suyo bien merece ser considerado. En el caso de Santos indudablemente es Porteño el Filete.

Carlos Santos said...

Mariano, el emocionado soy yo. Mi maestro de filete me dijo una vez la humildad nunca hay que perderla ! Y así fue como seguí sus pasos en este oficio maravilloso y en la vida. Gracias muchacho por tus palabras espero seguir en contacto y café de por medio llegar a conocernos sabes que podes contar con este humilde fileteador para lo que desees, hermoso lo que has hecho. Sencillamente GRACIAS.
Un abrazo,
Carlos Santos

Ruty La Pinta said...

Me emocionan las palabras del mismísimo Santos hacia vos. Sobre todo lo de la humildad. Es la humildad de los grandes. Acá todos se creen que la saben todas y si no las inventan por orgullo y no sé que idiotez más. Me encantó y aprendí de tu artículo. Besos.